DALÍ


El gran masturbador de la memoria. Así es Salvador Dalí (1904-1989), que en sus obras, no sólo encarna sus sueños, sino que llevan siempre dentro algo de poesía, de provocación a los sentidos de la memoria, y comprender su obra es siempre un placer. La pintura “Persistencia de la memoria” (1931), una de las más célebres del arte español, no es la excepción. En ella puede percibirse el sueño que es el tiempo. Esta pintura habla del hombre y lo empata con el tiempo.
     El tiempo es un elástico. El problema es que después de tanto estirarlo, se hace guango, se estropea, no sirve más. Los relojes están varados, muertos en una playa, están blandos, se derriten con el tiempo.
     En esta pintura, los relojes son débiles frente a la naturaleza, que permanece incólume ante el tiempo, se renueva, revive. El tiempo no es como la naturaleza, porque un instante muere tras otro y nunca vuelve. El mundo natural está siempre ahí. La mosca parada sobre el reloj es el punto medio entre la naturaleza y el tiempo, quizá por eso sea tan molesta, es efímera, pero siempre vuelve, está en todo lugar, siempre.

     El hombre no es sino la memoria de lo que él mismo es, de lo que ha sido a través del tiempo. Un hombre sin memoria es un hombre sin tiempo, necesita del tiempo para descubrirse a sí mismo. Sobre la arena, un reloj ciñe un rostro humano. La concepción que el ser humano tiene del tiempo lo constriñe, las horas lo atan, la puntualidad es ineludible, la vida del hombre se rige por el reloj, hay una hora para dormir, otra para reír, otra para morir. Esta obra puede interpretarse como el absurdo del tiempo. El tiempo existe gracias al hombre, es éste el que lo ha convencionalizado, pero en la isla desierta, el tiempo se pone blando y se diluye bajo el sol. Medir el tiempo acaba con él, lo disuelve.
     El placer viene a la memoria, cuando vemos en cada reloj a un hombre. El reloj es el instrumento del tiempo, el hombre es el instrumento de la vida. El tiempo termina al reloj, la vida al hombre.
     El ser humano se equipara en esta pintura al tiempo. Es tiempo. Una vez que ha pasado, no volverá, pero queda, en la memoria de otros hombres, la constancia de que ha existido. En nuestra memoria queda el rastro del tiempo que ya no está, pero existe aún.