VOTOS NUPCIALES O.o



E l corto del post anterior me recuerda al día de mi boda, bueno de nuestra boda, que según él, y como todo en estos tiempos, fue por pura conveniencia. Ese día, uy qué bien lo recuerdo, salimos del colmex y hacía un caloorr, era ya de los últimos días y decidimos ir a pasear un rato por las calles del centro, para guardar gratos recuerdos jaja. Cuál fue la sorpresa que al bajar del metro, que ni iba tan lleno, en la estación de bellas artes bajaba un río por la escalera, luego luego gente vendiendo impermeables de bolsa de súper, pero yo como siempre muy valiente y amante de la lluvia no compré nada.


     Como se nos aguó la fiesta y era lo más cerca para cubrirnos, pasamos a Bellas Artes, a una exposición que ni vimos muy bien, sólo me acuerdo que había una pintura de una chica con una cabeza muy chica y deforme, que a rodrigo le parecía muy hermosa. Luego de como una hora y de una visita por los baños de mármol, salimos porque ya casi cerraban, pero aún llovía. Estuvimos un rato afuera, donde había un montón de gente guardándose de la lluvia, entre ellos un viejito con mal de párkinson, que aparte temblaba de frío, porque traía un vaso de coca, ya sin coca y con puros hielos, vino atrás de nosotros y empezó como sonaja, lo malo fue que luego se puso al ladito, casi casi enfrente de mí y empezó cran cran cran con su vasito, y pues prrrrrrr no me aguanté la risa, me reí en su cara y todo, y luego me dio mucha vergüenza y mejor nos fuimos, que al cabo ya ni llovía tanto, le dije (hago un paréntesis para extenderle una disculpa al viejito, que se ha de haber sentido mal, pero comprenda, si ya no tenía refresco, para qué le seguía tomando? y mueve que mueve).

     Luego como la verdad sí llovía y en México no hay parián como aquí, para taparnos la lloviznita sugerí que fuéramos a la Vasconia, donde una vez, desde un camión me había parecido ver unos panquequitos en forma de ratón. Efectivamente, encontramos unos ratones (síii como los de Xalapa) a catorce pesos, pero bueno, yo compré uno y él una especie de chocorrol bien feo, pero cada quien.


     Después, como de veras nos cayó el diluvio, caminamos hasta los arcos que están frente al zócalo, para poder comernos nuestros respectivos panes. Él elegante y delicadamente puso su impermeable en el piso para que yo me sentara. Muy a gusto estábamos platicando, cuando una vendeflores llegó a ofrecer sus productos, pero rodrigo no me quiso comprar ni una, porque no teníamos dinero y esos panes eran "lo único que habíamos comido en todo el día".
      Ahí estábamos tirados en el piso y comiendo panqueques de chocolate, cuando llegó un arlequín, cara blanca, traje cosido con grapas y un gorro medio bífido, hizo soniditos raros [biiriririrpi waau], quien, después descubriríamos, no era más que un juez disfrazado, en contra del concubinato, así que cuando menos lo acordamos ya éramos marido y mujer.
     Y lo triste de la historia comienza aquí, porque de repente clin tin clin, sonó su celular (el de rodrigo, claro), su amante pasaría la noche en la ciudad y quería verlo (y en nuestra noche de bodas !!), concertaron su pecaminosa cita (y aquí viene la relación con el corto, que a estas alturas es ya puro pretexto) y bajamos al metro allende, yo me iría a mi casa (bueno a donde vivía) y él con ella (buaaa). Dejamos pasar como mil vagones, porque las caras de la gente se distorsionaban, pegadas contra los vidrios, justo así como se ve en el corto. Y sí, así transcurre la vida en el metro de la Ciudad de México, empujones, gritos, pellizcos y arrimones. Ese día, pues, él se fue con su rica amante y yo tomé venganza,  una luna de miel por separado jaja, pero esa es otra historia. xD



{hoy estamos deliberando las conveniencias del divorcio}

el héroe



yo he estado ahí



RECUERDOS


andes chilenos